Han pasado ya unos 10 días desde que llegué a ésta meta y no quiero dejar de escribir algo al respecto.
Primero que nada quiero decir que @lamisionrace es una experiencia única, la recomiendo absolutamente a todos quienes gusten de desafíos físicos, mentales y espirituales ambiciosos.
Otra cosa muy importante a resaltar, es que esto no lo hace cualquiera. Para llegar a la meta con recorrido completo; solo llegar, hay que tener muchas horas de entrenamiento encima y mucha determinación. Por ello mis respetos y mi admiración enorme a cada uno de los que se atrevió a largar esta prueba y la completó.
A los que no la completaron, vayan mis felicitaciones por la valentía de salir de su zona de confort, por suerte el año que viene tienen revancha.
Es lo lindo del deporte.
Hablando ya puntualmente de mi experiencia, llegué a ésta carrera muy enfocada y muy bien entrenada.
Hacía meses arrastraba una fascitis plantar que me traía mal, después de correr El Cruce, La Misión estaba en duda.
Paré de correr durante todo diciembre, me dediqué a curarme, entrenar en bici y empecé a trabajar fuerza en el gimnasio.
Cultivé la paciencia y no me ilusioné más de la cuenta.
A principios de enero, pude empezar a correr. Lo hice bajo las indicaciones de Ruben. Corría 4 o 5 veces a la semana y rodaba 2 o 3, ya que los días posteriores al tratamiento (muy doloroso) tenía contraindicado el impacto. Le sumé el gimnasio y alguna sesión de yoga.
Acumulé muchas horas de trabajo, los 7 días de la semana, sin descanso.
Entrené más de 40 días seguidos, fatiga sobre fatiga sumando entre 80 y 120 km semanales con un promedio de 3000 mts + a ritmo confortable, que era lo que podría hacer en la carrera.
Me equipé, invertí en mochila, casco, championes, medias, calza y pedí prestadas las cosas que ya se salían de mi presupuesto: campera, bastones, bolsa de dormir super liviana, vivisac.
Estudié como debía alimentarme e hidratarme y muchísimo el recorrido.
Vi todos los videos que existen en YouTube acerca de la carrera.
Trabajé en mi mente durante los entrenamientos.
Me rodeé de personas que me inspiraron.
Llegué a la Patagonia después de 33 hs de viaje.
Están caros los aéreos. Un buen libro, descanso y alimentar la ilusión de lo que se venía me hicieron llegar con una sonrisa.
Reencontrarme con las montañas y mi familia de Bariloche fue una fiesta. 5 días de previa con la gente correcta y en el lugar perfecto para largar la carrera en la sintonía perfecta
Largamos el jueves a las 11 am, después de suspender la subida al O'Connor por baja visibilidad. A mi me sonó a señal del Universo porque esa hora de margen me permitió ver llegar a mi equipo a la meta de AR Panamá después de una demostración de entrega absolutamente inspiradora.
Largamos fuerte para 160 km, pero yo no quería dejar ir muy lejos a la punta, donde se encontraba la favorita, Sofía Cantilo, varias veces ganadora de la carrera.
Me tenía fe y sabía que ese ritmo no sería sostenible por nadie todo el recorrido.
Al entrar en el Valle Bonito ya el ritmo se parecía más al de una ultra con mochila pesada y yo iba con los varones de punta a la vista. A partir de ahí marqué el ritmo de cada metro de mi carrera. Situación ideal porque nadie me apuraba y a la vez estaba concentrada en no dejar de esforzarme un minuto.
El constante aliento del staff, el entrañable Panchi, Ale y su "cargá agua" ayudaron.
En Villa Traful, aproximadamente km 40 teníamos un pc y chequeo de material. Ahí estaba mi amuleto viviente. Una sonrisa de Lea y a encarar el Piedritas.
Coincidí con el que sería mi compañero de ruta durante 6 hs. @thegingko fue mi excepción, nunca comparto tanto con desconocidos, pero con él me sentí muy cómoda con el ritmo y con la compañía.
En un momento vimos un sendero lleno de marcas con el logo de la carrera y le dimos sin dudar, pues eran falsas, allá venían deshaciendo el sendero Panchi y Nico, que no era por ahí. Me puse terca y seguí, le erré, era una trampa puesta por cazadores para hacer perder a los corredores. Nos costó a los 4 casi 30' y un poco de buen humor, pero seguimos.
@franciscodragone experto misionero, 11 veces la largó y 5 la ganó, me contó que en la meta lo esperaba su hija, yo le dije que estaba sola, que no me esperaba nadie.
"LA ÚNICA FORMA DE PASAR POR ALGO, ES A TRAVÉS DE"
Llegó la noche y al poco rato quedé sola.
El desafío durante las horas de oscuridad fue mucho mayor.
Al mal clima de todo el día, se le sumaron el sueño y el tedio. El tramo de ruta (que detesto) se me hizo confortable porque en el km 80 me hice una comidita liofilizada que me reconfortó.
Mi mayor mérito fue mantenerme concentrada. Cuando corrí mi primera ultra de montaña, Ruben me dijo "una buena carrera de ultradistancia es un montón de decisiones bien tomadas". La Misión fue el ejemplo perfecto.
Lo que más me gustó de la carrera es que te obliga a decidir constantemente y cuánto más acertadas sean tus decisiones, obviamente será mejor el resultado.
Hace falta estado físico, pero también estrategia, responsabilidad, mesura, conocimiento, humildad, respeto y madurez para atravesar ese recorrido.
Tuve momentos duros, negocié con ellos.
Tuve dolores, no pude comer, cansancio, frío, me caí y me levanté N veces.
Aparecieron los mantras, por momentos la mente vacía, por momentos el pensamiento puesto en el agradecimiento por la bendición de estar ahí con un cuerpo que avanza, visualizando la meta cada vez más cerca. No parar es ir rápido me repetía.
Con la luz del sol solo mejoró la visibilidad, la 2da parte del circuito, tan técnica, con ascensos y descensos pronunciados, el esqueleto y la mente cascados se me hizo muy dura.
2 veces tuve la tentación de aflojar, pero aparecieron premios, buenas señales que me hicieron seguir.
Cuanto más me acercaba a la meta, eran más las personas que me felicitaban y yo, con el pecho lleno de emoción, nombrando en cada paso a los que sabía estaban pendientes, empezaba a entender que si, se estaba dando, iba a ganar La Misión. Debut y triunfo, mi recompensa a años y años de entrenar para la vida. Entré a Villa La Angostura, llegué al arco, los aplausos, el cariño, el abrazo de Lea, videollamada de Gonza, certeza de que mis alumnos, mis vecinos, mis amigos y familia estaban emocionados en Uruguay y la música de La Misión, qué emoción, qué maravilla. Cuánta gente me esperaba, que equivocada estaba antes.
"Si tu mente está sucia, podés correr 10000 km, pero ¿a dónde habrás llegado? Si corrés 1 km, pero tenés un compromiso apasionado con el mundo ¿a quién le importan los otros 9999?"
La Misión me mejoró. No se trata de la distancia, ni el desnivel. Se trata de soñar fuerte y estar a la altura de tus sueños. Tu sueño puede ser un 5 km, o cambiar de laburo, o abrazar a alguien. No se mide en números.
Se trata de un honesto autocompromiso por regalarte buena vida.
No sé si la voy a volver a correr, sé que quiero más de éstos desafíos que, aún saliendo última, me pongan en la obligación de dar lo mejor de mi. Siempre buscando que más tengo para dar, para darme.
A la montaña y a la vida, siempre con humildad y respeto. Sabiendo que soy una partecita chiquita en la inmensidad, pero una partecita chiquita que quiere brillar fuerte, multiplicar luz a dónde vaya.
El primer día que apoyé mi mochila en la Patagonia, se subió a ella un 🐞, símbolo de la carrera y de la buena suerte, nunca paré de ver señales positivas en este viaje y creo que fue porque tenía la mente y el corazón limpios, ese es el verdadero trabajo y el desafío final. Buscar la risa perfecta, ir livianos, pasándola bien y haciendo el bien.
En la montaña y en la vida, siempre bien rodeada, gracias a todos los que me hacen bien, me hacen reír, cantar, creen en mi, me empujan y me alientan. No siempre se da ganar, lo sabemos de memoria, pero cuando se dá, la victoria es de ustedes porque mi felicidad, es sentirme acompañada y querida todos los días.
Gracias por leerme. A soñar fuerte y a estar a la altura de los sueños.
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